ya acabó su novela

LA "REFORMA EDUCATIVA" DE LA VICEPRESIDENTA

Publicado: 2012-09-16

PUNTO DE VISTA DESDE EL AULA DE CLASE

LO QUE SE OCULTA EN LA “REFORMA EDUCATIVA” DE  LA VICEPRESIDENTA.

Máster Robay Libias Cabello

Se necesita “…una reforma educativa integral que vaya de la mano con el avance del país. La preocupación va más allá del aumento de sueldos. Necesitamos niños que puedan pasar las pruebas PISA y que los jóvenes puedan ingresar a las mejores universidades del Perú y del mundo”; ha declarado recientemente a los medios Marisol Espinoza, vicepresidenta del país; en el marco del debate por la Ley de Reforma Magisterial, actualmente en el Congreso; y censurada con una huelga indefinida por el magisterio nacional.

Imposible estar en desacuerdo con semejante preocupación. Además, es una afirmación coincidente con las demandas que la sociedad nacional exige hoy al sistema educativo; y que todo buen profesor tiene claro que este constituye su responsabilidad social para con el país y un deber profesional cotidiano.

Sin embargo, una reflexión más detenida de tal declaración permite concluir la ligereza con que la vicepresidenta trata la problemática educativa del país, agravada -al parecer- por el hecho de tener asesores cuyo perfil no es precisamente la “meritocracia”.

Primero, no está en debate ninguna “reforma educativa integral”, se trata solo de una unilateral reforma para “unificar” al magisterio dividido desde el 2007 por dos leyes diferentes. Segundo, si es cierto que “la preocupación va más allá del aumento de sueldos”, entonces simple y llanamente efectivicen, por ejemplo, el pago de la deuda por preparación de clase que tienen con el profesorado. A la luz de informaciones recientes se concluye que el tan voceado aumento de sueldos resulta prácticamente inexistente. Con la propuesta gubernamental de Ley de Reforma Magisterial se condena una vez más a 282 000 profesores a vivir, es decir sobrevivir,  mejor dicho a morir de hambre.

Sin duda todo profesor que se respete quiere que sus “niños puedan pasar las pruebas PISA (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes) y que los jóvenes puedan ingresar a las mejores universidades del Perú y del mundo”; pero realizar esta aspiración significa operar una verdadera transformación del país y, por ende, una reforma integral del sistema educativo. Significa poner a EDUCACIÓN en la cúspide, como prioridad de prioridades, convertirla en el cerebro y motor dinamizador del desarrollo del país, las regiones, las provincias, los distritos, sus centros poblados, caseríos y anexos. Solo así dejaremos el puesto 63, detrás de los otros siete países latinoamericanos que participaron en tal evaluación.

Significa entender que los países que muestran logros y avances significativos en educación es porque supieron invertir en educación, en la capacitación de su profesorado y en su dignificación remunerativa y profesional. Baste un ejemplo: Finlandia.

Significa tener una visión estratégica de qué Perú queremos, aquel sueño colectivo de estadista, grandes objetivos de desarrollo concertados que guíen y aclaren el camino para que nadie pudiera extraviarse en esta difícil, compleja pero necesaria travesía. Significa que a este gran sueño de país debe articularse ese otro gran y bello sueño: el desarrollo educativo de la patria.  Leamos los textos de algunos maestros como González Prada, Encinas, Romero y Peñaloza; y el camino estará allí como aguardándonos con aroma de historia y porvenir.

Significa inversión, presupuesto, recursos económicos de todos los niveles de gobierno, desde el nacional hasta el último distrito. Significa invertir en la inteligencia  del hombre y no prioritariamente en fierro y cemento. Significa tener autoridades con voluntad política para invertir prioritaria y sostenidamente en educación, con valores sólidos como para no sobrevalorar obras, ignorar comisiones o negociados como las famosas laptops de 100 dólares para “mejorar la calidad educativa” en la zona devastada por el terremoto en el sur del país. En este contexto de inmoralidad y corrupción he visto -en todos estos años de ejercicio de la docencia- como el profesor o profesora debe meter la mano al bolsillo para gastar de su salario en recursos que sus alumnos necesitan para su aprendizaje.

Significa entender que el enemigo no es el magisterio, por el contrario es el aliado estratégico para la transformación educativa nacional, la columna vertebral sobre el que debe apoyarse todo cambio en educación. Significa cuidarlo como a la niña de los ojos porque solo con un magisterio de calidad habrá también calidad en educación, es decir calidad en los aprendizajes de los alumnos. Ya hace bastante tiempo Einstein expresó que era una “Locura seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes”. Es lo que han hecho todos los gobiernos.

Significa que los fundamentos con el escribo este texto tenga antes del final del abismo ecos de alegría para el corazón del pueblo: los niños, niñas y jóvenes. Significa que esa aula de clase nacional para tratar con seriedad, madurez y bases científicas la problemática educacional aun aguarda el profesor o profesora que operacionalice una didáctica que permita desarrollar un proceso de enseñanza – aprendizaje de excelencia. La nación lo aguarda desde los orígenes de nuestra historia.


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